OTRO SER, SER OTRO


Recuerdo haber limpiado a fondo de óxido mis huesos hasta dejarlos totalmente relucientes.

También recuerdo sacar brillo a mi piel, marchita y con arrugas, y hasta cambiar, por otros mejores, mis dientes.

Cambios estos, y otros muchos, que hice para poder encajar donde no debía ni quería hacerlo.

 

Ser otro yo diferente, ¿mejor?, y más parecido a lo que se suele llegar a ser por común y social acuerdo.


Recuerdo borrar de mi alienada mente esos momentos borrosos y gloriosos que me hacían ser yo mismo.


Y pasar a ser por fin el muñeco perfecto que todos querían, controlando ellos mi entero mecanismo.

 

Pasé milenios jugando a esa obra de teatro tétrico donde yo era y a la vez no era el protagonista.


Sentí mil millones de cosas y ninguna era real, intensa, verdadera o valiosa, y las taché todas ellas de la lista.


Así que pasé a desnudarme de ropajes, cremas, ideas, anuncios, consejos, ejercicios y libros de autoayuda.

 

Me volví más raro, loco, diferente, desagradable, sincero y despreocupado, un poco un 'todo me la suda'


Y descubrí en ese camino que es infinitamente mejor ser tú un ogro real que ser otro y príncipe de piscina.


Y que a quien no le guste el feo, el extraño, el oscuro... Decirle bien alto:  

'monta en mi dedo medio... y camina'.

 

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