Stendhal ha muerto



Stendhal ha muerto.


La belleza, otrora mi más admirada y adorada cualidad, ahora me empalaga.


Porque ha perdido el contenido. La esencia. La causa. La verdad.


Ahora es un escaparate vacío sin tienda detrás. Foto sin mensaje. Video sin historia.


Sólo turgencias, curvas, escotes, abdominales, bailes e insinuaciones que prometen todo y no dan nada.


La clase salió por la ventana cuando la app entró por la puerta.


Y así estamos, rodeados de belleza vacua, falsa, inerte e inofensiva. Lo exclusivo ahora es standard.


Flechas hechas de flashes de dos minutos con perfecciones pasajeras y sonrisas de trending baratos. Y no acierta ni una.


Tanta belleza y tan veloz y agresiva, que es difícil no marcharse con ella. No saturarse. No empalagarse. No ahogarse.


Stendhal ha muerto, y ya no hay golpes reveladores de éxtasis plástico. 

Nirvanas de perfección estética que se te clavan como traiciones.


Ya no quedan éxtasis. Por abusar de ella. Y la belleza se ha vengado haciéndose masiva. Omnipresente. Normal. Barata.


Y perdió el significado por ello.

Ya no tiene sentido, solo gancho. Estatus de apariencia. O followers, que hoy es lo mismo. 

Cantidad, por favor, ¿quién querría calidad?


Stendhal murió y no llegó a ver prostituida la más sublime de las cualidades humanas. Bien hecho, viejo amigo.


La obscenidad es la nueva norma, porque la oferta es brutal, la competencia es brutal. Y la velocidad también.


Y ya no nos paramos a disfrutar, a saborear, a deleitarnos con lo bello, lo extraordinario, lo único, lo divino.


Stendhal ha muerto. Sí.

Y lo hemos matado a likes.

Directos al corazón y al alma de la imagen.


Quieres belleza? Toma mil tazas.

Y claro, ahora me empalaga.

Si lo perfecto no empapa es que casi todo se ha ido a la mierda.


Lo lamento, Stendhal. Fue bello mientras duró.

Comentarios

Entradas populares de este blog

TORMENT(O)A.

Tu Puedes!