FUEGO.



Ellos no lo entenderán.


Pero es fuego.

Del que quema y te gusta.

Del que sale de las entrañas.

Del que entra en los genitales.

Del que siempre quieres más. 

Es tú y yo. Siempre. 


Sí, es fuego. 

Apretados, unidos, fuertes. 

Vistiendo un pijama de sudor y saliva. 

Rozando cuerpos y almas erectas. 

Besando lo duro y lo blando. 

Mezclando carne y sangre. 

Y del resto de fluidos ni hablamos. 


Definitivamente es fuego. 

Palpitando en corazones y sexos. 

Apretando senos, culos, huevos. 

Arañando espaldas y muslos. 

Mordiendo pezones y labios. 

Incluso los de tu boca de perdición. 


Es jodido fuego. 

Lamiéndonos zonas prohibidas. 

Agarrando cuellos que gritan. 

Bajo una capa de brutales gemidos. 

Sobre un colchón de voces provocativas. 

Entre suspiros y anhelos convertidos. 


Es fuego, está claro. 

Y es brutal, del que consume tu esencia. 

Del que te vuelve adicto a ella. 

Del que ansías más que a una puta droga. 

Del que nos invade cuando follamos. 

Cuando penetramos, chupamos, rompemos. 


Puto y jodido fuego. 

Inmenso. Como tú y yo. 

Y,  joder, no, ellos no lo entenderán. 


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